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martes, 1 de noviembre de 2011

En busca de los pulpos chupeteadores, esdrújulos y digitales

He comentado continuamente la tensión que existe entre los productores de entretenimiento (películas y música principalmente) y las compañías de tecnología, tanto las que distribuyen contenido así como las que fabrican los dispositivos de para disfrutar este material. Aunque esta disputa es antigua, realmente ha crecido desde la aparición de Internet. Básicamente el fondo de la disputa radica en que los productores y creadores de contenido se sienten incómodos al darle la libertad de utilización al usuario de sus obras, ya que su preferencia es cobrar por cada vez que un espectador disfrute el material. Su mentalidad está bien cimentada en el siglo XIX, antes del descubrimiento de la transmisión por radiofrecuencia, la invención del fonógrafo y el cinematógrafo. En el extremo este grupo piensa que los consumidores los están robando.

Por otra parte los consumidores, en su gran mayoría, reconocen que hay que pagar por disfrutar del material producido, sin embargo la preferencia general es pagar una vez y poder disfrutar muchas veces por diferentes medios. Hay una minoría que su preferencia es no pagar, y justamente la presencia y crecimiento de este grupo intoxica las relaciones en la cadena de valor. De alguna forma la mayor parte de los consumidores está cómodo en el siglo XX, pensando en los fonógrafos y los reproductores de videocassetes. Este grupo piensa que los productores de contenido son un grupo avaricioso que los está robando.

Pero el conflicto se está desarrollando en siglo XXI y la tecnología disponible está exacerbando el conflicto, que ha estado subyacente mucho tiempo. La tecnología digital, permite hacer copias perfectas y esto ha favorecido al grupo que no es muy apegado a pagar lo que consume. De hecho la industria de distribución musical, lleva casi 10 años en una espiral de la muerte y justamente este ejemplo es el mayor miedo de la industria cinematográfica.

Esta semana, hay varias noticias que vuelven a traer el conflicto a los medios y empezamos con una noticia singular: El músico inglés, Pete Towhsend, figura emblemática de la cultura de los años sesenta y uno de sus ideólogos, en una conferencia en Londres llama a Itunes "vampiro digital" y se queja, con algo de razón, el poco apoyo que da a la creación musical. Aprovechando el viaje también se lamenta de la poca cooperación de los consumidores y termina comparando a la música con la comida, ya que en su opinión "hay que pagar cada vez que uno se sirve". En su opinión el consumidor le roba.

También esta semana, comienza el análisis de una propuesta de modificación a las leyes de propiedad intelectual en Estados Unidos (SOPA o Stop Online Piracy Act), la cual busca, entre otras cosas, darle al Departamento de Justicia la capacidad de cerrar un sitio Web si existe la sospecha de que contiene material que viola los derechos de propiedad intelectual. Prácticamente es una ley hecha a la medida de Hollywood y ya ha despertado a los activistas que ven un alto riesgo de censura. En opinión Hollywood, el consumidor lo está robando.

Y continuando esta belicosidad, el día de hoy se anuncia una sentencia en contra del proveedor de entretenimiento en línea, Zediva, quienes hacían streaming de video, desde un reproductor de DVD en sus oficinas centrales. Aunque habían pensado que de esta forma complacían a Hollywood, hoy vieron que en realidad Hollywood y similares son insaciables. Al final del día, cada consumidor de Zediva pagaba por su diversión, pero realmente el fondo del asunto es inhibir el desarrollo de modelos alternativos de distribución. Los consumidores podemos pensar que nos quieren ver la cara.

De hecho, es tan complicado el tema legal, que de acuerdo a un recuento del San José Mercury News, es imposible para el consumidor tener acceso exclusivamente por vía digital, aunque sea pagando,  y de manera fácil al mismo material de entretenimiento que existe en medios físicos. Los consumidores debemos sospechar que nos están viendo la cara.

Como se ve el conflicto no es sencillo, pero para ubicar en dónde está el "vampiro digital", vamos a tomar un pequeño ejemplo práctico:

Vamos a suponer que existe un consumidor que tiene un ingreso excedente de 50 pesos mexicanos (equivalentes a 5 dólares aproximadamente) y desea disfrutar la última película de la saga de Harry Potter con su pareja(vamos a tomar el mayor éxito del verano, para dar algo de dramatismo), misma que no pudo disfrutar en el cine, ya que el precio de dos boletos excede su capacidad de compra.  Invito al amable lector a que identifique qué opción legal  tiene el usuario ( vamos a asumir que tiene conexión a Internet, suscripción a televisión de paga y también a Netflix, por esta razón su ingreso excedente es tan pequeño):

  1. Buscar entre los canales de películas disponibles en su sistema de televisión de paga la última película de Harry Potter.
  2. Buscar en Netflix  las películas de Harry Potter.
  3. Buscar en las opciones de pago por evento de su sistema de televisión restringida la última película de Harry Potter.
  4. Ir a su videoclub (puede ser iTunes) a rentar la película de Harry Potter 
  5. Comprar en una tienda el DVD con la última película de Harry Potter, a un precio típico de nuevo lanzamiento de 200 pesos mexicanos.


  • Si usted eligió la opción 4 le informo que las películas de estreno solo están disponibles para renta 30 días después de su lanzamiento para venta en DVD.
  • Si usted eligió las opciones 1 o 3, le informo que típicamente las películas de estreno solo están disponibles en los sistemas de televisión restringida 30 días después de que comienza la renta de los DVDs, o 60 días después de su lanzamiento para venta en disco.
  • Si usted eligió la opción 2 le informo que Netflix no tiene películas con una antigüedad menor a 2 años en grandes estrenos Hollywodeenses.
  • Si usted eligió la opción 5, le recuerdo que solo tiene 50 pesos y por lo tanto no le alcanza, evítese la pena que lo vean feo en la tienda al pedir un descuento, que de cualquier forma no le van a dar.
Cómo se puede ver, una serie de restricciones artificiales impiden que un ciudadano respetuoso de la ley con cierta capacidad de consumo pueda acceder a ver una película de forma legal. Elegí con toda intención la cantidad de 50 pesos mexicanos, ya que es aproximadamente la cantidad que hubiera recibido el estudio si el sujeto del ejemplo hubiera ido solo al cine. Curiosamente 50 pesos mexicanos es el precio de la renta de una película de estreno y 50 pesos es el costo de una película en los sistemas de pago por evento en los sistemas de televisión restringida. El punto es que las restricciones existen para limitar la posibilidad de disfrute que tiene el consumidor y buscar maximizar el ingreso por cada película. Simplemente el no paciente termina pagando más y si se descuida muchas veces por lo mismo. Si al consumidor del ejemplo le preguntamos si conoce a algún vampiro digital, imaginemos su respuesta.

Pero como el consumidor es audaz y está decidido a maximizar sus 50 pesos, busca las alternativas disponibles a su entretenimiento:

  1. Si tiene cierta capacidad técnica y algo de paciencia, va a conseguir la última película de Harry Potter en el maravillos y oscuro mundo de las descargas vía torrents. Por  cierto es gratis.
  2. Si su capacidad técnica es limitada, puede conseguir una copia pirata de la última película de Harry Potter por aproximadamente 15 pesos mexicanos. Satisface su curiosidad y tiene un superávit de 35 pesos mexicanos.
Si le preguntamos al productor de la última película de Harry Potter si conoce a algún vampiro digital, ya podemos imaginar su respuesta. 

La primera regla de los negocios es que si bien el cliente no siempre tiene la razón, nunca está equivocado. El modelo de distribución de entretenimiento, está jugando con la santa paciencia del consumidor y esto, como la historia ha demostrado en muchas ocasiones, no es una buena práctica y no garantiza la permanencia de una industria.



POSTDATA

Preferí usar el término "pulpos chupeteadores, esdrújulos" en lugar de "vampiros digitales" en un homenaje a Jesús Martínez Palillo, el cómico mexicano que realizó crítica política durante el siglo XX. Sus monólogos comenzaban con variaciones sobre "sinvergüenzas, saqueadores, poca lucha, pulpos chupeteadores, esdrújulos " y de ahí se seguía con varios adjetivos más para ya entrar de lleno a su sketch. 





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